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LOBOS 1994
LOBOS: Ubicación
Geográfica.
El Pdo. de Lobos se encuentra en la Pcia. de Bs. As., a 100
Km. al SO. de la Capital Federal. Su centro urbano se levanta
próximo a la intersección de las rutas Nacional
205 y Provincial 41; tiene una superficie de 1725 Km. cuadrados
y unos 32.000 habitantes. Es bien conocido por los amantes
de la pesca por su laguna, una de las más importantes
de la provincia de Bs. As.
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Dibujo del
OVNI realizado por Francisco Loturco
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"¿No
será un plato volador, papá? -
preguntó Ana Paula con la inocencia de una joven de
su edad."
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Francisco
Lo Turco y su hija Ana Paula
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"¿Mayúscula
fue la sorpresa que se llevaron cuando vieron que el OVNI
se había desplazado para detenerse, durante unos segundos,
¡justo frente a la ventana!, a tan sólo 10 m.
de altura y a no más de 40 m. de distancia"
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Las
otras denuncias
El
caso "Lo Turco" no fue la única observación
que se registró en el Pdo. de Lobos pero si, en cambio,
la primera y la más importante de una serie de avistamientos
que allí ocurrieron. Para leer el anexo de este artículo,
pulsa aquí
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UN VERDADERO ENCUENTRO CERCANO
Juan Pablo Gómez
El año 1994 fue muy prolifero en cuanto a denuncias
OVNI en la república Argentina, muchos fueron los lugares
donde los no identificados dejaron su habitual sello: la sorpresa primero
y la conmoción social después. Y el partido de Lobos
no fue la excepción.
A fines de Junio de dicho año, y a raíz de una filmación
de una luz en el firmamento obtenida por el Canal 4 local, Lobos
fue escenario de una serie de acontecimientos que sorprendió y
quitó el sueño a muchos de sus pobladores.
La aparición de OVNIs era motivo de charlas y discusiones en los
bares, comercios y casas de familias. Las opiniones estaban divididas;
por un lado estaban aquellos que aceptaban sin ningún tipo de reservas
los relatos de todo aquél que afirmaba haber visto "platos
voladores"; en una posición más reservada estaban
los que tan solo se limitaban a escuchar y opinar sin dejarse llevar por
el fanatismo y, como no podía ser de otra manera, aparecían
en escena los negadores a priori, aquellos que tenían una explicación
para todo, aunque ésta pecara de ridícula.
Era frecuente observar a gran cantidad de personas con binoculares, cámaras
fotográficas y filmadoras, recorriendo los caminos vecinales o
apostados hasta altas horas de la noche en el km. 171 de la Ruta
Provincial 41, en las proximidades del barrio "Las Acacias"
donde en el mes de mayo la familia Lo Turco -caso al que nos vamos a referir-
viviera una sorprendente e impresionante experiencia. Todos esperaban
ansiosos la aparición de un OVNI y en más de una ocasión,
alguna que otra estrella a baja altura del horizonte, o los aviones en
maniobra de despegue y aterrizaje en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza,
provocaban corridas y confusiones.
Incluso, el canal capitalino "TELEFE" se hizo eco de los sucesos
enviando a un corresponsal al lugar de los hechos, difundiéndolos
posteriormente a principio de julio, a través de su noticiero "Telefe
Noticias".
Si bien fueron varias
las denuncias de observaciones OVNI, luego de una rigurosa investigación
in situ un buen número de ellas pudieron explicarse como: confusión
con estrellas, aviones (como anteriormente hacíamos referencia)
y luminosidades puntuales a mucha distancia con comportamiento convencional;
restando un pequeño número de casos sin explicación.
Dentro de este margen de no identificados encontramos un incidente que
no dudo en calificar de sensacional e irrefutable, siendo indiscutiblemente
uno de los casos OVNI más importantes de los ocurridos no sólo
en el Pdo. de Lobos sino también en nuestro país.
Para mí sorpresa, todos los pobladores se referían de una
manera muy particular a éste avistamiento que tuvo como protagonistas
a una familia muy respetada y de excelente reputación en
la ciudad. Nadie, de los tantos consultados (incluyendo a los escépticos)
podía dar una explicación a esta observación. "Yo
no creo en los platos voladores pero si Lo Turco dice que lo vio, entonces
tenga la seguridad que algo realmente raro pasó", referencias
como esta era común escuchar de boca de algunos vecinos del pueblo.
LOS TESTIGOS
La familia está compuesta por: Francisco Lo Turco, de
41 años, comerciante; Teresa Mabel Lazar de Lo Turco,
de 39 años, ama de casa; y las niñas Ana Paula
y María Cecilia Lo Turco, de 12 y 9 años respectivamente.
Lograr hablar con los testigos, no fue una tarea fácil. Cuando
el revuelo OVNI se desató en Lobos, fueron abordados por vecinos,
curiosos y medios de comunicación que querían conocer
su experiencia. El barrio -y en particular su propiedad- era visitado
por gran cantidad de personas durante el día y la noche, buscando
correr la misma "suerte" que la familia, incluso en el afán
de conseguir algo, llegaron a dañar la propiedad. Esto motivó
que los testigos, cansados de semejante acoso, fueran muy reacios a
contar nuevamente los hechos. Sin embargo, y gracias a la colaboración
de la Sra. Tatiana Yannarellia logré, unos meses después
y cuando ya todo se había calmado, dialogar con los protagonistas.
LOS HECHOS
El jueves 26 de mayo
de 1994, siendo las diez y media de la noche aproximadamente, la
familia Lo Turco regresaba a su domicilio luego de haber cumplido con
las tareas habituales a una jornada laboral.
La noche se presentaba fresca con un cielo tachonado de estrellas, la
familia transitaba en automóvil por la Ruta Prov. 41 hacia el
Barrio "Las Acacias" o "de las quintas", ubicado
en el Km. 171, camino a Navarro, a un kilómetro del centro de
Lobos. El barrio en cuestión es muy tranquilo por tratarse en
su mayoría de quintas de fin de semana, excepto la de los testigos
que para esa fecha eran los únicos residentes permanentes.
Nadie de la familia podía suponer que en tan solo minutos iban
a vivir una increíble experiencia, un hecho que quedará
grabado a fuego en sus memorias como la noche en que se encontraron
cara a cara con un fenómeno que hasta ese momento les era totalmente
ajeno.
Como es habitual, Francisco Lo Turco detuvo el coche frente al
portón de entrada a su espléndida casa, sobre la calle
Las Acacias.
La propiedad
está completamente cercada por ligustros y árboles. De
la entrada a la cochera hay unos 30 o 35 m. aproximadamente, para llegar
a esta última se debe cruzar un hermoso y amplio jardín;
a la izquierda lo primero que uno encuentra es un pino, más atrás
una hermosa fuente y algunos árboles. Al frente se levanta la
casa de dos plantas y pegado a esta el garaje. A escasos metros hacia
la derecha del mismo existe dos pequeños pinos y un arbusto,
luego de estos está el parque de varios metros de extensión.
En el momento en que su hija mayor se disponía a descender del
vehículo para abrir el portón, la atención de ésta
fue atraída por una luz parpadeante de color blanca que parecía
estar detenida a baja altura sobre el horizonte, en dirección
SO. (la misma era apreciada en un claro de los árboles que están
en el fondo de la quinta), su padre pensó que podía tratarse
de la luz de una baliza o grúa ubicada sobre la ruta 41, que
se encuentra a 200 m., por lo que decidió no prestarle mayor
atención.
-¿No será un plato volador, papá? - preguntó
Ana Paula con la inocencia de una joven de su edad.
-No, hija -respondió su padre con autosuficiencia- los
platos voladores no existen!-.
Ana Paula, finalmente, descendió del auto y acto seguido abrió
el portón.
Francisco Lo Turco puso primera e ingresó. Cuando tan sólo
habían recorrido unos 15 m., asombrado, detuvo el auto porque
no podía dar crédito a lo que estaba observando, a través
del parabrisas arriba y hacia su derecha un enorme objeto que nada tenía
que ver con un aparato convencional estaba detenido a muy pocos metros
de altura. Inmediatamente consultó a su esposa y a sus hijas
si estaban observando lo mismo que él, la respuesta no se hizo
esperar ¡Todos veían lo mismo!, en un abrir y cerrar de
ojos los cuatro estaban fuera del automóvil, dejando a este en
marcha y con los faros prendidos.
El testigo refiriéndose al objeto expresó - "...
era mas bien chato, como si fueran dos platos unidos por sus
bordes, uno boca abajo y el otro boca arriba, de un material aparentemente
metálico, opaco, no brillaba..."; en su parte
más saliente, o sea en el centro o parte ecuatorial del "platillo",
giraban constantemente y a rápida velocidad unas luces blancas,
éstas - según me expresaron los testigos- se podían
apreciar también cuando iluminaban hacia atrás, dando
la pauta que eran las luces las que giraban alrededor de todo el objeto.
El OVNI tendría unos 14 metros de diámetro y se encontraba
sobre el parque a tan solo 12 m. de altura.
Inmediatamente y sintiendo un gran temor, su esposa y su hija menor
-María Cecilia- ingresaron a la casa; esta última rogaba
casi llorando a su padre y a su hermana para que hicieran lo mismo pero
éstos no hacían caso al ruego; sentían temor -
no lo niegan- pero no querían perderse ni un sólo detalle
de tan sorprendente, misterioso y silencioso objeto. De vez en cuando
se ocultaban detrás del pino que se encuentra junto a la cochera
y así, ante cualquier eventualidad, podían ingresar rápidamente
a la casa. Cosa que hicieron cuando el silencio fue quebrado por un
sonido muy peculiar "...entre viento y turbina, un ruido
a aire..." y el objeto comenzó a moverse. Lo primero
que pensaron fue que el "aparato" buscaba lugar para descender.
Inmediatamente y sin perder un minuto más, Lo Turco subió
a su automóvil, que había dejado en marcha, y lo ingresó
en la cochera , acto seguido todos se dirigieron apresuradamente a la
planta alta para observar desde la ventana de la habitación de
las niñas, con vista al frente de la casa (NE.).
Mayúscula fue la sorpresa que se llevaron cuando vieron que el
OVNI se había desplazado para detenerse, durante unos segundos,
¡justo frente a la ventana!, a tan sólo 10 m. de altura
y a no más de 40 m. de distancia.
Y era en verdad sorprendente pues el sector donde estaba el objeto antes
de desplazarse (sobre el parque) no era visible desde la ventana del
dormitorio sin asomar medio cuerpo afuera, mientras que en su nueva
posición estaba perfectamente a la vista de todos. Una clara
impresión quedó en los testigos: la "inteligencia"
que controlaba el objeto observaba y a la vez se dejaba observar.
Pasados esos segundos, el OVNI reanudó la marcha lenta y armoniosa
en dirección NE, sin modificar demasiado su altura; sorpresivamente
cambió de rumbo, desplazándose hacia el Norte, pudiéndoselo
observar por detrás de los árboles que hay en esa dirección
como una luz blanca destellante (exactamente igual que cuando la vieron
por primera vez). Cuando parecía que finalmente se alejaba en
esa dirección viró hacia el Este, efectuando de
esta manera una especie de rodeo a los árboles de las quintas
vecinas, para alejarse y perderse definitivamente de vista hacia el
NE.
Los testigos no pueden saber con exactitud cuanto tiempo duró
todo, estiman que entre diez y quince minutos. En esas circunstancias
-me expresaba Ana Paula- "ni se nos ocurrió consultar
el reloj", como así tampoco -según me decía
su padre- "se me ocurrió tomar la cámara fotográfica
que en esos momentos estaba en la guantera del automóvil".
Evidentemente en momentos de mucho nerviosismo y temor, que incluso
todavía perduraba a la fecha de la entrevista en la hija más
pequeña ante cualquier otra luz, las reacciones de los testigos
son impredecibles, en el presente caso hay dos claros ejemplos de ello:
la madre de las niñas, cuando ingresó a la casa temerosa,
lo primero que hizo fue levantar el auricular del teléfono no
con el fin de llamar a alguien para alertar de la presencia de semejante
aeronave sino tan solo para saber si el teléfono tenía
tono; o en el caso del propio Lo Turco cuando pensando en un posible
descenso del objeto prefirió guardar primero el auto -que había
quedado en el jardín- y recién después ingresar
a la casa.
ALGO MAS SOBRE EL OBJETO
Francisco
Lo Turco, junto a su hija mayor, fueron los que por más tiempo
tuvieron a la vista el objeto, logrando retener mayores detalles estructurales.
Según el testigo el aparato tendría unos 2 ó
2,50 m. de alto aproximadamente. Las luces que giraban en la parte
central lo hacían en sentido izquierdo-derecho, éstas
permitían apreciar claramente el contorno y la apariencia metálica
del objeto, pues no eran lo suficientemente potentes como para impedir
observar detalles. Al preguntarle si podía estimar el tamaño
de las luces, indicó con sus manos aproximadamente unos 30 cm.
CONCLUSIONES
Hasta aquí, los detalles de este impresionante avistamiento.
Cuatro testigos altamente creíbles, sin ningún interés
de publicidad, estuvieron lo suficientemente cerca de un objeto volador
de considerable tamaño que según las características
del mismo permite descartar las hipótesis de aparato o máquina
convencional (avión, globo, satélite, etc), fenómeno
astronómico (La Luna, Venus, otros) o natural (fuegos de San
Telmo, rayo globular, etc). Como así también la rara posibilidad
de alucinación o algún tipo de delirio psicológico,
tan recurrida en estos tiempos.
Indudablemente, en Lobos, el 26 de mayo de 1994, ocurrió UN VERDADERO
ENCUENTRO CERCANO.
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